5 errores comunes al usar música con tu Kamishibai - Kamishibai® Academy
5 errores comunes al usar música con tu Kamishibai

5 errores comunes al usar música con tu Kamishibai

Seguramente ya habéis descubierto el universo mágico que se abre al utilizar música y sonidos en vuestras narraciones Kamishibai. Es casi casi un cuento diferente, ¿verdad? Pero, ¡cuidado! Hay cinco errores que deberíais evitar a toda costa si no queréis que la música, más que subir de categoría vuestros cuentos, los hunda en lo más profundo del océano. ¡Música, maestros!

¡Hola, queridas gaitos kamishibaiya! Hoy os vengo a hablar de lo que para mí son los 5 errores más comunes que se cometen a la hora de incorporar música en una narración Kamishibai. Algunos de ellos probablemente ni quisiera sabíais que podían ser vistos como errores. Pero creedme, una vez que los detectéis y los corrijáis (si es que los cometéis), vuestras narraciones con música serán automáticamente pequeñas experiencias inolvidables. Pero un momento...

Y tú... ¿quién eres para hablar de esto?

Os preguntaréis. Bueno, unas ya habréis escuchado de mí, algunas quizá solo me conozcáis de oídas y otras directamente será como quien oye llover.

Soy Iñaki Rubio y soy compositor de bandas sonoras. En concreto mi especialidad es integrar música y sonido en una historia, ya sea la de una película, una obra de teatro, un videojuego o, en este caso, la de cuentos Kamishibai.

Desde hace más de 5 años vengo componiendo música y sonidos para los Cuentos Kamishibai PRO (A3). Eso puede significar mucho o puede no significar nada, pero sí es cierto que a lo largo de estos años he visto cómo más y más gaitos kamishibaiya se animan a integrar música y sonidos en sus narraciones. Algunas veces con enorme éxito. Y otras... digamos que no tanto. :)

En cualquier caso, sí he detectado una serie de errores que se pueden corregir fácilmente y que quiero compartir con vosotras. ¿Os suenan?

Error #1: Colocar el altavoz en cualquier parte.

Fantástico. Hemos invertido mucho esfuerzo creando el marco perfecto para nuestra narración. La mesa en la que está nuestro butai está cubierta por una tela hasta el suelo. Detrás nuestro hay un fondo neutro y la iluminación de la sala está cuidada. No solo eso, sino que esta vez, además, hemos decidido integrar música y sonidos en nuestra narración. ¡Vamos a triunfar!

Pero resulta que va y colocamos nuestro altavoz Bluetooth encima de una estantería que tenemos enfrente, en lo alto, no vaya a ser que a alguno le dé por toquetearlo. Mira, si hasta queda bonito ahí en medio de esos libros.

¡Error!

Hemos convertido nuestro propósito de inmersión en un desastre de distracción. No tiene sentido que nuestra voz salga de un sitio y la música de otro. Y más aún si encima la música y los sonidos le llegan al espectador desde un lugar donde no está poniendo su mirada. Esto es lo que ocurrirá: cuando la música suene, todos giraran su cabeza para mirar al altavoz Bluetooth como si de un totem ancestral se tratase. Y a vuestra narración, ni caso.

Solución: colocad el altavoz Bluetooth siempre detrás de vosotros. Que lo primero que le llegue al espectador sea vuestra voz, y después la música y los sonidos. El sonido viaja a la misma velocidad independiente del timbre de vuestra voz, no hay error posible. En los oídos del espectador la mezcla será perfecta, y vuestra voz siempre será lo más importante.

Además, en la medida de lo posible, ocultad el altavoz de la vista del espectador. Pero... ¡cuidado! Intentad que su parte delantera quede lo más despejada posible, libre de obstáculos. Pensad que es como una boca: si la tapamos sonará mal o sin brillo, y no expresará con definición lo que quiere contar.

Error #2: No tener a mano el control del volumen.

Ya estamos listas para nuestra narración con música. Hemos hecho incluso una prueba de sonido con ella, para que no esté muy alta. Sí, este es el volumen perfecto. ¡Que empiece la función!

Resulta que empezamos y... ¡oh no! La música tiene un gran volumen en algunos momentos. No hay problema, hablo más alto - os decís -, siempre me han dicho que tengo muy buena voz. Además, no quiero distraerme con eso ahora, lo importante es dedicarle todo mi corazón a la narración. Prefiero no tocar el volumen, que además, ya hice una prueba antes y sonaba bien. No es tan importante.

¡Error!

El volumen, tanto de vuestra voz como de la música y sonidos que empléis, es un elemento fundamental de vuestra narración. Con el volumen adecuado de todos los elementos en cada momento de la historia, no solo favorecemos la comprensión de la misma, sino que añadimos capas de significado y matices a nuestra representación, que de otra manera sería más plana y aburrida que una tabla de planchar.

Solución: tened bien cerca el control del volumen de vuestro reproductor. Que el subir y bajar el volumen casi se pueda hacer sin mirar. Y por su puesto, que no haya que desplazarse para hacerlo.

La idea es que los volúmenes sean dinámicos, adecuados a cada momento, y que juguéis con ellos a vuestro favor. Si terminais la narración y no habéis tocado el volumen en absoluto, planteaos si ha sido un éxito o si realmente ni siquiera le habéis prestado atención a lo que estaba sonando.

Error #3: Usar un reproductor que tarda mil años en cambiar de Track.

- ¡Oye! Que estamos a punto de empezar. ¿Les digo ya que pasen?

- Espero un segundo, que todavía no he probado la música. Vaya... ¿oye, teníamos por ahí un reproductor de CDs, verdad? Me he olvidado de poner offline la música en mi móvil...

- Sí, aquí tienes, no sé que tal irá.

Genial, te dices. Aunque la verdad es que ha tardado un poquito en leer el CD, y cuando le das a cambiar de pista suena como si estuviera patinando sobre hielo durante un rato, pero, oye, al final... ¡funciona!

- ¡Que pasen!

¡Error!

El cambio de una música o atmósfera sonora a otra es uno de los momentos más delicados en una narración Kamishibai con música. Tiene que haber el mínimo tiempo posible desde que dais la orden de cambio de pista hasta que se produce de manera efectiva. Ese silencio creado, cuando no es intencionado, puede ser muy incómodo, desconcertante y puede hacer que toda la magia creada se rompa de golpe para no volver más. Es igual que el tiempo que invertís en colocar la lámina en la parte de atrás del teatro (que no en deslizarla), como vimos en nuestro artículo Cómo contar el cuento Kamishibai "El Gato Sol" (con música).

Solución: usad un reproductor rápido que no tarde nada en cambiar de Track. Lo ideal que no haya ni medio segundo de pausa desde que le decis "cambia la pista" hasta que finalmente lo hace. Por eso, si vais a usar la música desde Spotify, por ejemplo, tenedla disponible offline y así no tendréis que depender de vuestra conexión de datos.

El objetivo es crear la menor distracción posible, tanto en vuestro público como en vuestro reproductor, así que usad siempre en la medida de lo posible el modo avión (si lo tiene) y libraos de todas esas notificaciones que os pueden secuestrar a Spotify en medio de vuestra narración.

Error #4: Cambiar la música en el momento más inoportuno.

Una de las primeras cosas que decido como compositor a la hora de crear música para un cuento Kamishibai es dónde cambiar a la siguiente pista y por qué en ese lugar y no en otro. Mucho antes de sentarme a componer un tema principal o de diseñar un paisaje sonoro.

Muy al principio, miraba muy de cerca los detalles de la narrativa del cuento, pretendiendo que la música siguiera muy de cerca la estructura dramática con un guión musical propio, jugando a favor o en contra, y que reflejase la acción o la emoción en todo momento... "En este momento sonará un ¡plum, plas, zasca!, verás tú que pasada!". Ay... Esto, que puede ser fantástico para una película o un videojuego, está totalmente fuera de lugar en una narración Kamishibai. Así que ahora me lo digo yo mismo:

¡Error!

Es importarte considerar al Kamishibai como una técnica que está a medio camino entre el teatro y el cine. Pero no es ni lo uno ni lo otro, por eso es tan especial. Así que la música o la atmósfera sonora, si bien tienen que tener una gran conexión con la historia, no pueden cambiar en el momento que mejor nos parezca, sino en el que sea más conveniente y sencillo para su narrador.

Solución: El momento más apropiado suele ser, me guste o no, cambiar de Track al final de la lámina. Esto es, una vez que el gaito queda libre de la narración de la lámina que tiene entre manos y está listo para pasar a la siguiente.

El desafío como músico (y os lo digo por si os lazáis a seleccionar música para un Kamishibai o incluso a trabajar con músicos en directo) viene a la hora de crear o escoger el contenido sonoro para la lámina que tenemos por delante. Debería englobarla en su totalidad, no en sus detalles. Si no, marearemos al narrador. En algunos cuentos, como ¿Por qué hay tantas piedras en el fondo de los ríos?Pescadito, Pescadito he llegado a componer un único Track que evoluciona a lo largo de varias láminas, no solo porque era importante unificar la narración de las distintas láminas en un momento dado, sino para que, además, el narrador se centre en la historia, la haga dinámica y no la detenga por tener que cambiar de Track en un momento que se le puede hacer muy inorportuno. Recordad el impacto que tiene en nuestro público el error #3.

De todas formas, como el cambio de lámina lo hacemos siempre después de haber dado al botón de siguiente Track, os recomiendo lo que yo hago, que es utilizar 4-5 segundos de música y/o sonidos previos al desarrollo del Track en sí, que ayuden a presentar la siguiente lámina y creen el clima apropiado para lo que está por venir. Al tiempo que la nueva lámina cobra vida, ayudamos al espectador a olvidar una posible espera por culpa de ese dichoso error #3. La música de Mamá Canguro y su bolsa es un buen ejemplo de esta técnica:

Error #5: Usar música como fondo o ambiente.

Llegados a este punto, es posible que tiréis la toalla y penséis que la música mejor para los músicos y nunca la integréis en vuestras narraciones. Si eso es un error o no, solo lo podéis decir vosotros.

También podéis elegir vosotras mismas vuestra propia música. ¡Por supuesto! Qué bien que queda esta canción así bajita durante la narración, tan animada, tan bonita, tan mágica... Es de la banda sonora de Cómo entrar a tu dragón, pero eso... ¿quién lo sabe? Así de fondo durante el cuento es preciosa.

¡Error!

No, para nada estoy celoso. De verdad que me parece una idea genial que utilicéis otra música diferente en un cuento que ya lleva música mía. Pero eso de usar música "de fondo" en una narración Kamishibai es directamente contraproducente. Distrae, confunde, suele ser innecesaria y, más aún, altera el significado y estructura de vuestro cuento, siempre para peor.

Solución: eliminad de vuestro vocabulario la expresión "música de fondo". Porque cuando habláis así, estáis asumiendo que la música va por un lado y la narración por otro, y que su única función es la de crear un ambiente. Subid de categoría vuestra concepción de la música y subiréis de categoría vuestra representación Kamishibai. Haced la prueba. Además, seguro que para vosotros una narración Kamishibai no consiste en simplemente "leer", ¿verdad?

Sed un poco más ambiciosas y pretended que la música esté integrada en la historia. No basta con ambientar, y desde luego, ¡que no sea siempre la misma música todo el rato durante todo el cuento! Utilizad distintas músicas y/o atmósferas sonoras de acuerdo a la estructura narrativa del cuento, a sus personajes y a su acción. Y ya será excepcional si en conjunto crean una sonoridad única.

En la última banda sonora Kamishibai que he compuesto, La Cruz del Sur, he intentado que la música no solo nos lleve a un mundo pasado donde vivían los Tehuelches (cazadores-recolectores del antiguo Chile), sino que evolucione con la historia que se narra. Para ello, introduzco motivos musicales vinculados a sus personajes que mutan de acuerdo a su aspiraciones, conflictos o resoluciones. Por poneros un ejemplo, el tema vinculado a la famosa constelación solo aparece en su forma más melódica al final del cuento, cuando ya está plenamente formada en el cielo y entendemos que gracias a ella sabemos dónde está el Sur. Pero, además, su sonoridad se basa tanto en el tema vinculado al Gran Ñandú como en el de Korkoronke, en una mezcla de ambos. De manera que contamos musicalmente que la Cruz del Sur nació por la huella que el Gran Ñandú dejó en el cielo al escapar de las boleadoras de Korkoronke, que es la explicación que le daban los Tehuelches. Y la última capa la pone su tono deliberadamente melancólico y evocador, dado que es Korkoronke, ya de anciano, quien mirando a la Cruz de Sur, se alegra de no haber dado caza a tan mágico animal.

Vale, todo muy bonito, pero... ¿cuál es el objetivo de todo esto? Pues ni más ni menos que la música esté tan integrada en vuestra narración que se sienta incompleta sin ella.

Que la música os acompañe

Lo sé, es un topicazo de frase y, además, no expresa exactamente lo que pretendemos al integrar música y sonido en nuestras narraciones, pero no se me ocurría otra, qué le vamos a hacer.

¿Y vosotras? ¿Habéis detectado algún otro error que se repita cuando contáis cuentos Kamishibai con música? ¿Encontráis alguna dificultad al usarla? ¿La echáis en falta en algún cuento? Compartidlo con el resto de gaitos kamishibaiya dejando un comentario más abajo y os responderé encantado!!

Y si habéis encontrado algo de valor en este artículo no olvidéis compartirlo y Me-gusta-earlo: vuestro reconocimiento es nuestro motor para seguir difundiendo la magia del Kamishibai.

¡Hasta nuestro próximo artículo!

Publicado el 25/09/2018 por Iñaki Rubio Kamishibai PRO (A3), Talleres Kamishibai 3 13164

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3 Comentarios

  • dara martinez san jorge

    dara martinez san jorge 05/10/2018

    Hola yo nunca me animé a meter música , como recomiendas hacerlo Y recomiendas hacerlo con el micrófono de voz también ,qué tipo de aparato reproductor o de qué forma consideras que es mejor meter la música y tu voz
    • Iñaki de Kamishibai® Universe

      Iñaki de Kamishibai® Universe 06/10/2018

      Es un poco intimidante, ¿verdad Dara? Sin embargo, con un poquillo de práctica, es mucho más fácil de lo que a priori parece.
      Quizá al principio sea una buena idea hacerlo de la manera más sencilla posible. Yo recomiendo utilizar un reproductor pequeño que tenga Bluetooth. Un teléfono móvil, por ejemplo, que todos tenemos uno. Pasar las pistas del CD a nuestro móvil es muy fácil, pero si no hay manera siempre podemos usar Spotify o Apple Music, ya que toda la música se encuentra también allí. YouTube no lo recomiendo porque es un poco lío de usar en directo y además es lento al cambiar de pista, pero también podría ser una posibilidad.
      El tipo de altavoz a usar dependerá sobre todo de dónde vayamos a hacer nuestras sesiones Kamishibai. Cuanto más publico tengamos y más grande sea la sala, más potencia necesitaremos en el sonido. Para espacios interiores tipo aulas, bibliotecas o similares y una audiencia de unas 20 personas, es suficiente con un pequeño altavoz Bluetooth (recuerda, siempre colocado detrás nuestra). De verdad que lo de no tener cables de ningún tipo es un puntazo a favor de la sencillez.
      Y con respecto a usar o no micrófono, pues todo va a depender de dónde vayamos a realizar nuestras sesiones Kamishibai. Normalmente es más efectivo buscar el lugar idóneo acústicamente para nuestras narraciones que microfonarnos. ¿Te interesa saber más sobre esto? Quizá sea una buena idea escribir un artículo sobre cómo elegir el mejor lugar de un espacio para que nuestras narraciones se ecuchen lo mejor posible. ¿Cómo lo ves?
      Aún así, si no nos queda otra porque el espacio tiene una acústica nefasta o tenemos una audiencia enorme, lo ideal es un micrófono de diadema o solapa (tipo lavalier) inalámbrico (es decir, con petaca). Si lo tenemos que sujetar con la mano, nos estaremos poniendo las cosas aún más difíciles (no quiero ni pensar en el show que hay que montar para pasar las láminas con un micrófono dinámico de mano). Sin embargo, aquí es donde nuestras necesidades de presupuesto y tiempo empiezan a crecer de manera exponencial: necesitaremos un sistema de sonido (o altavoz) que permita conectar al mismo tiempo un micrófono y nuestra música, habrá que estar pendiente de cómo suena todo en conjunto, deberemos ensayar más para habituarnos a tener micrófono... Mi opinión es que siempre que podamos prescindir de él, mejor.
      No sé si he resuelto tus dudas, pero te animo a que le des una oportunidad a integrar música en tus sesiones Kamishibai y me cuentes qué tal te ha ido. :)
  • Iñaki de Kamishibai® Universe

    Iñaki de Kamishibai® Universe 27/09/2018

    Venga, para que os animéis a comentar, aquí os dejo otro error común que no sale en el artículo:
    Error #6: Olvidar dar al botón Pause.
    Resulta que os venís arriba con una lámina, os liáis a improvisar y a interactuar con vuestro público, todo el mundo está encantado de la vida, pero, de repente, se empieza a reproducir el siguiente Track. A ver quién puede hablar sobre los pingüinos con una ballena sonando por nuestro altavoz.
    Solución: si vais a improvisar, aprovechad la larga coda de silencio que tienen todos los Tracks para darle al botón Pause. Pero ojo, antes de continuar con la narración, no olvidéis darle al botón Play!

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